
UN
BREVE PASAJE
- ¿ A dónde pretendes
llegar?.
- A adentrarme en la nada.
- ¿ Y qué hay detrás de la nada?.
- Es sencillo, sólo se halla el amor, iluminado por dos
farolas inclinadas.
- Vaya, con dos farolas e inclinadas.
- Si, sobre la sangre de dos cebras.
Sonidos brotaban de la vieja puerta
de robiznados colores y susceptible de manos suaves.
- ¿Quién será el que ahoga llantos con sus
nudillos?.
- Surcos de rama entroncada rondaran su corazón, pobre.
Ábrele no vaya a ser que roce la cara oculta de la luna
y muera sin más.
Se dirigió con paso lento.
Una duda le recorrió la columna. Deteniéndose en
cada vertebra. ¿Cambiaría el destino de su vida
si abría la triste puerta?.
- No abriré, no pretendo ser un coleccionista de almas
con rumbo ausente.
- En realidad un viaje a las nubes de Baco ya es suficiente, pero
enseña poco y sus conocimientos vagan en islas sin coordenadas.
Adelantar acontecimientos es, sin duda, una barrera de trincheras
a las emociones.
- Pues sí que estamos bien. A saber las intenciones del
individuo, posiblemente hoy haya visto lo que en toda una vida
no se quiere ver y vendrá sin más a que como prójimos
suyos, nos sintamos aunque sea un poquito culpables de sus miserias,
ya que con tanto uno no puede acarrear.
- Bueno es tener miedo, y más si es a la no remota posibilidad
de que nos podamos identificar en alguna rama del árbol
que se dobla y besa el suelo crucificado. El miedo es la mejor
alerta de la que dispone el ser humano.
- Sí, pero si abro y acepto su presencia y retiro del juego
la hipocresía y el cinismo, deberé sacar el mantel,
aquel que me dio mi abuelo para cuando llegara ésta ocasión.
Buscar entre rosas olvidadas puede ser una prueba de amor y una
bajada a los infiernos. (Su columna se iba encogiendo por segundos
y en uno de ellos vio la vejez y se asustó un poco más,
su rostro fue fiel reflejo de su emoción.)
No, no abriré esa maldita
puerta, definitivamente hoy no es el día de ver con ojos
abiertos a ningún decaído personaje.
- Sentir el pasado, aunque sea en ojos ajenos, puede abrir una
semilla de flor.
- Pero también puede arrancar de raíz lo cultivado
hasta ahora.
- Sí, pero nunca sabrás el aroma ni los colores
de la que ha de llegar y con eso vivirás toda tu vida.
- Bien abriré y que acontezca lo que haya de acontecer.
- Eso está bien, pero ten cuidado has tardado mucho en
decidirte.
Se armó de valor y tirando
del pomo abrió, no había nadie y vio su rostro envejecido
reflejado en el cielo.
Como despojado de todo sintió,
sobre sus hombros las lágrimas de cristal de mil sauces
llorando sobre los ríos.
- Ya te dije que te estabas demorando mucho en tu decisión.
Te has perdido por los vientos del pasado, estos llevaban en sus
alas las imágenes del dolor y en las manitas de sus brisas
te han ido sustrayendo el presente.
- En estos momentos no me atrevo a dar un paso sobre el cielo
ni a remover la tierra, ya que mis manos están cubiertas
de blanda agua y la entristecerían.
- Dices que no quieres moverte para no entristecer este mundo.
Más triste es no volverse contra uno mismo y no poder gritarle
a esta maldita tierra las verdades que nos rodean. Después
de todo lo más difícil es luchar contra uno mismo.
Volver a pisar las huellas que creímos dejar atrás,
dejarnos arrastrar por una corriente que ya no es la nuestra e
ir matando el momento con sutiles esperanzas, que a la postre
no son sino nubes que nunca descargaran su agua sobre la piel
de nadie.
- Puede que tengas razón, pero yo estaba en mi sitio y
un personaje ha venido sin ser invitado y aun no sé bien
por qué ha tocado dos de mis pilares, esos que yo creía
fuertemente asentados. ¿Cuál es la verdad de todo
esto? ¿Adónde me lleva?
- No hay verdad absoluta. Una verdad puede ser un salvavidas,
pero también puede ser un acantilado lleno de rocas a las
que volveremos porque la corriente nos llevará hacia ellas.
La verdad de lo que vivimos necesita tiempo para asentarse, no
hay verdad en el presente, sólo hay semillas que uno deja
caer en la tierra y éstas más tarde germinarán
y podrán crear un jardín o una cárcel. Depende
de lo que uno este dispuesto a dar de sí, las semillas
del jardín o de la cárcel nos parecerán verdades
las dos. ¿Me preguntas a dónde te lleva todo esto?.
Míralo de esta forma, todo lo que has vivido ha sido algo
tan sencillo como el no tener capacidad de decisión, redúcelo
y míralo así, verás como te has sentido paralizado
y no has dejado que fluyeran las verdaderas necesidades que hay
dentro de ti. Si consigues verlo así, la próxima
vez tendrás más alertas y podrás ver con
algo más de claridad. A veces las cosas son más
sencillas de lo que parecen, aunque siempre vienen precedidas
de muchísimos pensamientos de los cuales no hay que pasar.
- Bien, al fin y al cabo no he evitado mi sufrimiento, que era
lo que quería. También es verdad que desde ese mismo
momento no he parado de sufrir. Pero si de este sufrimiento he
aprendido algo. bienvenido sea. Es difícil ver que a veces
vivimos en pasado y nos olvidamos de lo que la vida nos está
regalando y cada momento nuevo es un precioso y preciado regalo
que hay que cuidar y regar.
- Así es, no hay más que el amor que le ponemos
a cada segundo que vivimos. Después de todo, el amor y
los valores que llevamos dentro es la única realidad que
nos queda y es a lo único que podremos ir para mirar lo
que hemos vivido.
En ese mismo instante sintió como su columna se enderezaba
y como su alma rejuvenecía. En su rostro se formaron finos
hilos de alegría y pudo ver como sus ojos se abrían
para mirar los ramajes del cielo. Vio como el miedo no había
desaparecido, pero sí como ya no tenía ni la misma
forma, ni la misma fuerza.
Sin saber porque, se dirigió
hacia la puerta, sus ojos miraron los de la otra persona, como
buscando aprobación ante lo que iba a hacer. En ese mismo
instante detecto dentro de sí el miedo otra vez, revivió
en un segundo todo lo anterior y retirando la mirada de su acompañante,
la llevó hacia sí mismo, hacia lo único que
podía darle la fuerza, la llevó hacia su corazón.
El pomo de la puerta parecía
estar esperándole, llevó su mano hacia él,
ya no temblaba y cuando despacio fue abriendo la puerta, sintió
en su interior una paz que le invadió todo su cuerpo. No
sabía lo que habría fuera, ni como se sentiría
al mirar al cielo, pero sí sabía que ahora podría
afrontar lo que la vida le regalara sin miedo a sufrir.
FIN
José Fuentes