Texto de Maite Chans


  UN DESEO A MEDIANOCHE

      ...esta madrugada, me resisto a sucumbir al hechizo de una voz o al embrujo de unos latidos recién estrenados a media noche, espantando -un poco- las ganas de volar, -un poco- la ansiedad que esta terca querencia me provoca...
      ...echo hacía atrás la cabeza y saboreo sin prisas una refrescante y jugosa tajada de sandia, observando como los larguísimos y plateados reflejos de la luna son seducidos, una y otra vez, sobre esa cadenciosa mar de inciertos pensamientos de espuma y sal, mientras la chispeante luz del faro hace guiños a lo lejos desvelando inquieta la curvada silueta de la punta del muelle... No!, no quiero pensarla....

      ...tan sólo dejarme mecer, abandonarme al desafinado chasquido de las olas crujiendo quedamente contra las rocas del otro lado del muro que ahora imagino estar viendo desde mi ventana de Corme...
      ... desde mi ventana de Corme ¡qué inmensa la oscuridad, salpicada de diminutas motitas de colores brillantes, gimiendo agazapada tras el otro lado del muro!...
      ...perdida en el silencio de cada ida y venia de mis mareas, mis deseos se dilatan al olor del mar, pero no consigo distinguir el color preciso de sus aguas, tan sólo unas fugaces lucecitas perladas en medio de un revoltijo de arrugas blancas...
      ... y, subiendo lentamente, por las sensaciones que me envuelven en este atronador cortejo de silencios, adivino, sin pudor, la suavidad penetrante de esta cómplice e irreverente noche de verano...