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Texto de Mª Jesús Alfonso


       ¡Estupendos días!. Encantada de poder saludaros de nuevo a todos. Espero que este apretón de manos nos sirva para ir elevando el nivel de confianza e interés por hablar, intercambiar ideas, filosofar, opinar, recordar, contarnos experiencias, informarnos, en fin por un montón de cosas que pueden apasionarnos mientras estamos en ello.

      Imagino que habréis tenido tiempo para comentar sobre la propuesta que en su día os hice sobre esa serie de libros que se editaban con intencionalidad de marketing. Las respuestas cabría clasificarlas, simplificando, en dos: los que manifiestan estar en contra de ese tipo de libros porque están convencidos de que su único propósito y logro es un "come cocos"; y, los que, admiten la posibilidad de que tengan alguna validez a la hora de plantearnos cuestiones prácticas en nuestra vida, no sólo a nivel laboral sino personal.

      Pues bien, en esta ocasión se nos ha ocurrido al equipo de Ateneaglam proponeros dos cuestiones: una que tiene que ver con dos películas de cine; y, otra, literaria, el comentario de un libro valioso por su contenido.

      Antes de empezar quiero deciros que esta tertulia no es más que eso, un espacio para que podamos comunicarnos mediante la escritura, exponiendo lo que cada uno quiera sobre el tema escogido; que también está abierto a que seáis vosotros quienes nos propongáis algo sobre lo que queráis que hablemos (en el caso de que se necesite información o formación, haremos lo que esté en nuestras manos para poder encontrarla y facilitárosla); pero no es un juego de elite, ni de brillantes mentes, que van a descubrirnos lo inimaginable. Así que no es preciso que os lo estéis pensando como este que tenemos a la izquierda, con sus bolitas de relajación (¿me quiere? ¿no me quiere?); nada de eso, vamos a divertirnos un rato, vamos a ver que nos parece...

      · El tema extraído del cine tiene que ver con unas escenas de dos películas en las que he encontrado cierta similitud, y me gustaría saber que pensáis vosotros "internautas virtuales". Estas son: "Retratos de una obsesión" y "Camino a la perdición".

      No sé si las habréis visto, pero de todos modos os comento la escena y a partir ahí "escribimos"; si alguno desea verla para aportar su opinión basándose en dicha imagen (por eso de "una imagen vale más que mil palabras"), ideal (no tenemos comisión).

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1.- "Retratos de una obsesión".

      En la primera, nuestro protagonista es un individuo que presenta un cierto desequilibrio afectivo motivado por una infancia desgraciada y que se manifiesta en una obsesión por disfrutar de una familia perfecta, que cree encontrar entre uno de los clientes asiduos que van a revelar sus fotos. Su trabajo es precisamente ese, y va haciendo una copia más que se queda él y que coloca en una de las paredes de su casa (recogiendo de esa forma la vida de este matrimonio desde que tuvo a su hijo hasta el momento en que se encuadra la película), acompañándole como si de su propia familia se tratara (hay una escena en la que evoca que es el tío del chaval, pero no viene a cuento, salvo para mostrar su ternura y sensibilidad).

      Pues bien, para no destripar el film por si alguien no lo ha visto, diré que a través de su trabajo tiene conocimiento de un hecho que hace llegar a la madre de ese niño, al que regala una cámara, quien le ofrece unas fotos de la vida cotidiana (reparar en la importancia que el personaje da a las pequeñas cosas, a las de cada día, que trasluce otra faceta de su personalidad).

      Y aquí viene la cuestión: nuestro protagonista pone en conocimiento de la interesada la farsa en la que está metida y contempla su reacción. Y... no se produce ninguna reacción. Esto precisamente, esa actitud, ese no enfrentarse con su vida (a la que no se le da importancia en la sociedad que nos cobija diariamente), es la detonante de la comentada "psicopatía" de nuestro Robin.

Ante el descubrimiento, seguido de la no-reacción, la estructura, la "familia feliz" del sujeto trabajador, entrañable, tímido, perfeccionista, se resquebraja y siente la imperiosa necesidad de hacer justicia; de mostrar, a través de su cámara, con ese disparo tan perfecto, la bajeza, la pobreza de espíritu, el patetismo de un ejecutivo que puede ver su reflejo plasmado para siempre por un objetivo que dejará una huella indeleble en su vacío interno compensado por una apariencia inútil.

Y ahí está el psicópata.

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2.- "Camino a la perdición".

      En este caso estamos en otra "familia feliz", perfectamente mafiosa, que solventan sus problemas con su estilo típico (funeral incluido, matanzas precisas como parte del trabajo, envidias, morbosidades..., en definitiva lo propio de una sociedad pero a lo "malo"), y en una escena, Sullivan (Tom Hanks), también descubre un hecho que desea poder descubrirle al afectado, provocando un encuentro con el "padrino" para echarle a la cara (como en el caso anterior), la prueba de esa traición, esperando, igualmente, una respuesta.

      Y aquí viene la cuestión: nuestro protagonista pone en conocimiento del interesado la farsa y contempla su reacción. Y... no se produce ninguna reacción. Esto precisamente, esa actitud, ese no enfrentarse con su vida (a la que no se le da importancia en la sociedad que les cobija diariamente), es el detonante del comportamiento "lógico" de nuestro Tom.

      La consecuencia nos lleva a poder disfrutar de una de las escenas filmadas más preciosas (comentada por los medios de comunicación), el enfrentamiento entre Tom y Paul bajo la lluvia, de una belleza impresionante.

      Y ahí está el hombre que hace lo que tiene que hacer, porque las reglas han sido conculcadas y hay que responder, la venganza, el honor, el futuro de un inocente está en juego, pero nadie habla de psicópata.

      En definitiva, esta similitud que me parece observar entre ambos planteamientos me lleva a cuestionarme los desequilibrios de la mente; cuándo aparecen, dependen de la sociedad en la que se vive, se castigan unos y no otros en función de que sirvan o no a esa economía que sustenta el poder, disponemos todos de ese elemento desequilibrador que puede ser detonado en cualquier momento, se puede impedir de algún modo.

       ¿Qué os parece?. ¿Estamos todos un poquito locos pero nos reprimimos o todos estamos sanos y los detonantes hay que evitarlos como si de la medicina preventiva se tratara?, e incluso ¿son los detonantes, precisamente, la falta de valores que la propia sociedad nos succiona porque no le interesa?.

      No es necesario la violencia ¡Ya sé que los ánimos se exaltan! Pero ¡control!. Mucho control. Recordad al fantasma del detonante. ¡Entre amigos!...
Psicopatías aparte.

¿Qué opináis?.

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       De antemano pedimos perdón por si nuestra exposición es considerada una osadía por quienes son estudiosos y profesionales de estos temas. No intentamos nada más allá de un diálogo virtual. Eso sí, aceptaríamos con enorme entusiasmo que nos aportarais parte de vuestro saber.


      · El tema literario está conectado con un grupo de amigos (cinco) que se han conocido a través de internet y que se preocupan por ocupar su tiempo libre en actividades que les diviertan.

      La última vez que hablé con un agradable joven del "club de los cinco", me comentó que habían propuesto como actividad la lectura de un libro: "El miedo a la libertad" de Erich From, para luego comentarlo y exponer su punto de vista.

      Yo voy a intentar conectar con ellos y conocer en qué fase se encuentran; si ya han terminado la lectura y si ya han iniciado sus charlas, sus planteamientos, sus dudas, sus inquietudes.

       Mientras tanto lo proponemos como una actividad que podéis poner en práctica otros internautas virtuales y así las añadiríamos a las que se obtuviesen de esa tertulia personal que nos serviría de base.

      Compartir un tema como el de la "libertad" es un reto; es un tema importante y delicado, que podemos descubrir a través de lo que cada uno de nosotros lleva dentro.

      Además, yo me atrevería a decir que puede haber cierta vinculación entre los dos casos propuestos ¿No?.

       Esperamos poder disfrutar de vuestros e-mail y contestaros a lo que nos pidáis. De cualquier modo, os haremos una síntesis de todo lo que nos vaya llegando.

       Por cierto, hay un virus que le llaman "pereza", se produce cuando se tiene que teclear, produce abulia y te impide acceder a los depósitos de "energía virtual".


                                                                                           Un beso,
                                                                                      Mª Jesús Alfonso

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