¡Estupendos
días!. Encantada de poder saludaros de nuevo a todos. Espero
que este apretón de manos nos sirva para ir elevando el
nivel de confianza e interés por hablar, intercambiar ideas,
filosofar, opinar, recordar, contarnos experiencias, informarnos,
en fin por un montón de cosas que pueden apasionarnos mientras
estamos en ello.
Imagino que
habréis tenido tiempo para comentar sobre la propuesta
que en su día os hice sobre esa serie de libros que se
editaban con intencionalidad de marketing. Las respuestas cabría
clasificarlas, simplificando, en dos: los que manifiestan estar
en contra de ese tipo de libros porque están convencidos
de que su único propósito y logro es un "come
cocos"; y, los que, admiten la posibilidad de que tengan
alguna validez a la hora de plantearnos cuestiones prácticas
en nuestra vida, no sólo a nivel laboral sino personal.
Pues
bien, en esta ocasión se nos ha ocurrido al equipo de Ateneaglam
proponeros dos cuestiones: una que tiene que ver con dos películas
de cine; y, otra, literaria, el comentario de un libro valioso
por su contenido.
Antes
de empezar quiero deciros que esta tertulia no es más que
eso, un espacio para que podamos comunicarnos mediante la escritura,
exponiendo lo que cada uno quiera sobre el tema escogido; que
también está abierto a que seáis vosotros
quienes nos propongáis algo sobre lo que queráis
que hablemos (en el caso de que se necesite información
o formación, haremos lo que esté en nuestras manos
para poder encontrarla y facilitárosla); pero no es un
juego de elite, ni de brillantes mentes, que van a descubrirnos
lo inimaginable. Así que no es preciso que os lo estéis
pensando como este que tenemos a la izquierda, con sus bolitas
de relajación (¿me quiere? ¿no me quiere?);
nada de eso, vamos a divertirnos un rato, vamos a ver que nos
parece...
·
El tema extraído del cine tiene que ver con unas escenas
de dos películas en las que he encontrado cierta similitud,
y me gustaría saber que pensáis vosotros "internautas
virtuales". Estas son: "Retratos de una obsesión"
y "Camino a la perdición".
No
sé si las habréis visto, pero de todos modos os
comento la escena y a partir ahí "escribimos";
si alguno desea verla para aportar su opinión basándose
en dicha imagen (por eso de "una imagen vale más que
mil palabras"), ideal (no tenemos comisión).
En
la primera, nuestro protagonista es un individuo que presenta
un cierto desequilibrio afectivo motivado por una infancia desgraciada
y que se manifiesta en una obsesión por disfrutar de una
familia perfecta, que cree encontrar entre uno de los clientes
asiduos que van a revelar sus fotos. Su trabajo es precisamente
ese, y va haciendo una copia más que se queda él
y que coloca en una de las paredes de su casa (recogiendo de esa
forma la vida de este matrimonio desde que tuvo a su hijo hasta
el momento en que se encuadra la película), acompañándole
como si de su propia familia se tratara (hay una escena en la
que evoca que es el tío del chaval, pero no viene a cuento,
salvo para mostrar su ternura y sensibilidad).
Pues
bien, para no destripar el film por si alguien no lo ha visto,
diré que a través de su trabajo tiene conocimiento
de un hecho que hace llegar a la madre de ese niño, al
que regala una cámara, quien le ofrece unas fotos de la
vida cotidiana (reparar en la importancia que el personaje da
a las pequeñas cosas, a las de cada día, que trasluce
otra faceta de su personalidad).
Y
aquí viene la cuestión: nuestro protagonista
pone en conocimiento de la interesada la farsa en la que está
metida y contempla su reacción. Y... no se produce ninguna
reacción. Esto precisamente, esa actitud, ese no enfrentarse
con su vida (a la que no se le da importancia en la sociedad que
nos cobija diariamente), es la detonante de la comentada "psicopatía"
de nuestro Robin.
Ante el descubrimiento, seguido
de la no-reacción, la estructura, la "familia feliz"
del sujeto trabajador, entrañable, tímido, perfeccionista,
se resquebraja y siente la imperiosa necesidad de hacer justicia;
de mostrar, a través de su cámara, con ese disparo
tan perfecto, la bajeza, la pobreza de espíritu, el patetismo
de un ejecutivo que puede ver su reflejo plasmado para siempre
por un objetivo que dejará una huella indeleble en su vacío
interno compensado por una apariencia inútil.
En
este caso estamos en otra "familia feliz", perfectamente
mafiosa, que solventan sus problemas con su estilo típico
(funeral incluido, matanzas precisas como parte del trabajo, envidias,
morbosidades..., en definitiva lo propio de una sociedad pero
a lo "malo"), y en una escena, Sullivan (Tom Hanks),
también descubre un hecho que desea poder descubrirle al
afectado, provocando un encuentro con el "padrino" para
echarle a la cara (como en el caso anterior), la prueba de esa
traición, esperando, igualmente, una respuesta.
Y
aquí viene la cuestión: nuestro protagonista
pone en conocimiento del interesado la farsa y contempla su reacción.
Y... no se produce ninguna reacción. Esto precisamente,
esa actitud, ese no enfrentarse con su vida (a la que no se le
da importancia en la sociedad que les cobija diariamente), es
el detonante del comportamiento "lógico" de nuestro
Tom.
La
consecuencia nos lleva a poder disfrutar de una de las escenas
filmadas más preciosas (comentada por los medios de comunicación),
el enfrentamiento entre Tom y Paul bajo la lluvia, de una belleza
impresionante.
Y
ahí está el hombre que hace lo que tiene que
hacer, porque las reglas han sido conculcadas y hay que responder,
la venganza, el honor, el futuro de un inocente está en
juego, pero nadie habla de psicópata.
En
definitiva, esta similitud que me parece observar entre ambos
planteamientos me lleva a cuestionarme los desequilibrios de la
mente; cuándo aparecen, dependen de la sociedad en la que
se vive, se castigan unos y no otros en función de que
sirvan o no a esa economía que sustenta el poder, disponemos
todos de ese elemento desequilibrador que puede ser detonado en
cualquier momento, se puede impedir de algún modo.
¿Qué
os parece?. ¿Estamos todos un poquito locos pero nos reprimimos
o todos estamos sanos y los detonantes hay que evitarlos como
si de la medicina preventiva se tratara?, e incluso ¿son
los detonantes, precisamente, la falta de valores que la propia
sociedad nos succiona porque no le interesa?.
No
es necesario la violencia ¡Ya sé que los ánimos
se exaltan! Pero ¡control!. Mucho control. Recordad al fantasma
del detonante.¡Entre amigos!...
Psicopatías aparte.
De antemano pedimos
perdón por si nuestra exposición es considerada
una osadía por quienes son estudiosos y profesionales de
estos temas. No intentamos nada más allá de un diálogo
virtual. Eso sí, aceptaríamos con enorme entusiasmo
que nos aportarais parte de vuestro saber.
· El tema literario
está conectado con un grupo de amigos (cinco) que se han
conocido a través de internet y que se preocupan por ocupar
su tiempo libre en actividades que les diviertan.
La última
vez que hablé con un agradable joven del "club de
los cinco", me comentó que habían propuesto
como actividad la lectura de un libro: "El miedo a la libertad"
de Erich From, para luego comentarlo y exponer su punto de vista.
Yo voy a intentar
conectar con ellos y conocer en qué fase se encuentran;
si ya han terminado la lectura y si ya han iniciado sus charlas,
sus planteamientos, sus dudas, sus inquietudes.
Mientras
tanto lo proponemos como una actividad que podéis poner
en práctica otros internautas virtuales y así las
añadiríamos a las que se obtuviesen de esa tertulia
personal que nos serviría de base.
Compartir un
tema como el de la "libertad" es un reto; es un tema
importante y delicado, que podemos descubrir a través de
lo que cada uno de nosotros lleva dentro.
Además,
yo me atrevería a decir que puede haber cierta vinculación
entre los dos casos propuestos ¿No?.
Esperamos
poder disfrutar de vuestros e-mail y contestaros a lo que nos
pidáis. De cualquier modo, os haremos una síntesis
de todo lo que nos vaya llegando.
Por cierto,
hay un virus que le llaman "pereza", se produce cuando
se tiene que teclear, produce abulia y te impide acceder a los
depósitos de "energía virtual".