Textos de Ángel de Benito


ELLIOTT SMITH


      Adquirió cierta fama por su participación, con cinco temas, en la banda Sonora de la película de Gus Van Sant "El Indomable Will Hunting", que le valió una nominación para los Oscar -llegando incluso a actuar en directo en la gran Gala- por su excelente canción, 'Miss Misery'. Pero Elliott Smith, que por entonces tenía en el mercado su tercer álbum, "Either/Or", ya había demostrado el increíble talento que posee para crear hermosas canciones, matizadas con magníficas melodías, complejos acordes y fragilidades sonoras.

      El cantante de Texas, aunque de adopción artística en Portland, es uno de los mayores representantes de la canción de autor americana de la actualidad. Referencia, casi obligada, para las nuevas generaciones, el cantautor americano utiliza su música para exorcizar sus fantasmas, sus obsesiones, sus traumas, sus adicciones (sus viajes al infierno de la heroína) y convertir toda esa aura de auténtico "looser" en una belleza fuera de lo común.

      Amante hasta la saciedad de la música de los Beatles, no es difícil encontrar variadas dosis de influencias de Lennon y compañía -sobre todo Lennon, sin duda- en todos sus discos, ya sea en simples melodías o en el gusto por las variaciones vocales de diferentes tonalidades. Su música recorre el pop de los chicos de Liverpool, pero también respira un folk muy marcado, con unas líneas de guitarra acústica que desprenden sensibilidad en cada acorde. Se ha hablado también de Neil Young, Nick Drake (por su eterna desesperación), Paul Simon y, cómo no, del omnipresente Bob Dylan. Pero, aunque ciertamente tenga un poco de todos ellos, Smith lo utiliza simplemente como un punto de partida, sabiendo canalizar tan variadas influencias en favor de una música personal e inconfundiblemente propia.

      Sin embargo, los comienzos de Elliott Smith poco o nada tenían que ver con la dirección que tomó en solitario. Las razones hay que buscarlas en su formación primigenia, "Heatmiser", que practicaban una suerte de pop grunge, muy al uso en la época. Eso no fue óbice para que en el interior de Smith fuera creciendo la semilla del pop delicado y de corte intimista que brillantemente practica en la actualidad. De hecho, sus dos primeros álbumes en solitario fueron editados paralelamente a su trabajo con "Heatmiser", antes de la disolución de la banda.
Atormentado, tímido y de espíritu frágil y vulnerable, Smith es dueño de unas fantásticas dotes para la escritura, demostrando una soltura poco común para narrar experiencias que tratan de liberar el dolor y las continuas dudas que habitan en su interior, y que le llevaron a un intento de suicidio en 1997.

      Afortunadamente, de momento, todavía podemos seguir disfrutando de las composiciones de este artista de actitud romántica, siempre a punto para dejarnos helados con un par de acordes de guitarra tan sutiles como imposibles, de esos que cortan la respiración y te hacen sentir tremendamente enganchado al mundo, aunque a veces duela.

      A punto de salir al mercado su sexto trabajo de estudio, que probablemente llevará el título de "From The Basement On The Hill", todavía podemos recrearnos con las canciones, siempre imperecederas, de sus cinco discos publicados a día de hoy, cada vez más trabajados, menos minimalistas, pero dispuestos a golpearte con su extrema e incómoda belleza, porque, eso sí, Elliott Smith no es sinónimo de complacencia, sino más bien de todo lo contrario. Su belleza radica precisamente en haberse creado un universo de soledad desde donde disparar sus versos llorosos a través de unas melodías rabiosamente acertadas, que llegan de la desesperación y el tormento para instalarse, definitivamente, en nuestra conciencia.

      El romanticismo que, en ocasiones, se aprecia en su mundo lleva consigo el aire de la melancolía y la pérdida que impide que la aparente felicidad, tantas veces buscada y casi nunca hallada, sea realmente completa.

      Elliott Smith, con su aplastante creatividad y talento, es el cantautor del caos personal, de las pérdidas, de la soledad, el desamor, la desesperanza, el rencor; en definitiva, de la vida de todo anti-héroe urbano, cotidiano, solitario y vulnerable que trata de retornar a la superficie arañando las paredes de tierra del precipicio al que le llevó el último empujón que le sacudió la vida.